Universitat: una oportunitat per al Cabanyal (El País)

Perdido entre el plan del Ayuntamiento, que persigue desde hace dos décadas partirlo primero por la mitad y después en varias partes, y la resistencia de los vecinos, que han logrado frenar el plan pero a quienes la Administración municipal no les permite rehabilitarlo ni al nivel de pintar la fachada de su casa, el barrio de El Cabanyal vive algo parecido a una agonía urbana. Y ello a pesar de contar con puntos fuertes a su favor, aparte de su singularidad arquitectónica. Entre ellos: está junto a la playa y hace frontera con la mayor concentración de facultades de toda la comunidad autónoma. Lo que en su proyecto de Campus de Excelencia la Universitat de València y la Politécnica de Valencia llamaron “macrocampus de Tarongers” reúne a más de 50.000 estudiantes y 3.000 profesores.

Perdido entre el plan del Ayuntamiento, que persigue desde hace dos décadas partirlo primero por la mitad y después en varias partes, y la resistencia de los vecinos, que han logrado frenar el plan pero a quienes la Administración municipal no les permite rehabilitarlo ni al nivel de pintar la fachada de su casa, el barrio de El Cabanyal vive algo parecido a una agonía urbana. Y ello a pesar de contar con puntos fuertes a su favor, aparte de su singularidad arquitectónica. Entre ellos: está junto a la playa y hace frontera con la mayor concentración de facultades de toda la comunidad autónoma. Lo que en su proyecto de Campus de Excelencia la Universitat de València y la Politécnica de Valencia llamaron “macrocampus de Tarongers” reúne a más de 50.000 estudiantes y 3.000 profesores.

Perdido entre el plan del Ayuntamiento, que persigue desde hace dos décadas partirlo primero por la mitad y después en varias partes, y la resistencia de los vecinos, que han logrado frenar el plan pero a quienes la Administración municipal no les permite rehabilitarlo ni al nivel de pintar la fachada de su casa, el barrio de El Cabanyal vive algo parecido a una agonía urbana. Y ello a pesar de contar con puntos fuertes a su favor, aparte de su singularidad arquitectónica. Entre ellos: está junto a la playa y hace frontera con la mayor concentración de facultades de toda la comunidad autónoma. Lo que en su proyecto de Campus de Excelencia la Universitat de València y la Politécnica de Valencia llamaron “macrocampus de Tarongers” reúne a más de 50.000 estudiantes y 3.000 profesores.
La Universitat de València constituyó a finales de octubre una comisión para presentar acciones que revitalicen el barrio. El rector, Esteban Morcillo, declaró entonces que El Cabanyal reunía las condiciones para convertirse en un barrio universitario. Un año antes fue el rector de la Politécnica, Juan Juliá, quien se acercó al problema. Pidió al sociólogo y experto en turismo y urbanismo José Miguel Iribas que preparase una propuesta similar. El miércoles, el sociólogo explicó aquel plan en una jornada organizada por arquitectos en la sede de Ruralcaja.
La idea de Iribas consiste en convertir El Cabanyal en una versión valenciana de Sausalito, la población vecina de San Francisco que aloja a buena parte de la intelligentsia universitaria y de los empleados del sector de alta tecnología que concentra esa área de California.
El sociólogo, que participó en el proyecto litoral de Jean Nouvel, destacó el lugar estratégico que ocupa el barrio, situado a medio camino de la concentración universitaria, de la playa (con su potencial de ocio), del gran centro logístico que es el puerto y de una nueva centralidad, aún por consolidar, en la ribera derecha del Turia, detrás del Palau de la Música.
Una parte de los residentes de El Cabanyal, desgranó Iribas, sería permanente, y la otra flotante. Esta última la integrarían los estudiantes durante el curso (además de los valencianos, las dos universidades son una potencia en atracción de estudiantes Erasmus, más de 3.000 al año, y van ganando pesos los estudiantes extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que se matriculan en másteres y cursos de doctorado) y los turistas durante los meses de verano. El barrio acogería laboratorios y centros de investigación públicos y privados. Empresas de base tecnológica. Espacios de producción artística susceptibles de estar vinculados con esas nuevas firmas (la Politécnica cuenta con Bellas Artes, una disciplina que las compañías tecnológicas cada vez demandan más).
Y tendría también comercios y servicios de hostelería que se extenderían hasta la playa y que podrían mantenerse con los alumnos durante los meses de clase y de los turistas durante el verano.
El plan contiene riesgos, admitió el sociólogo. Gentrificación (término prestado del inglés que describe el desplazamiento de los vecinos autóctonos por otros con mayor nivel de renta). Frivolización. Problemas entre los recién llegados y la población más marginal del barrio, que requerirían “mucha acción social”. Y pérdida de identidad. Peligros que Iribas consideró asumibles dada la situación de la que parte El Cabanyal.
El rector de la Politécnica mostró el plan al Ayuntamiento y a la Generalitat. Según contó el miércoles Iribas, la propuesta agradó a ambas administraciones (la alcaldesa Rita Barberá llegó a decir que era compatible con su plan de partir el barrio, opinión no compartida por el sociólogo) que, sin embargo, no quisieron profundizar en ella por falta de fondos.
Antes de Iribas, en la jornada organizada por los arquitectos en Ruralcaja intervino Sebastià Jornet, autor de la transformación urbanística del muy conflictivo barrio de La Mina, en Barcelona. “Siempre es mejor reciclar y rehabilitar que tirar y hacer de nuevo”, dijo. Jornet ganó por aquel proyecto los premios nacional y europeo de Urbanismo.
La Universitat de València constituyó a finales de octubre una comisión para presentar acciones que revitalicen el barrio. El rector, Esteban Morcillo, declaró entonces que El Cabanyal reunía las condiciones para convertirse en un barrio universitario. Un año antes fue el rector de la Politécnica, Juan Juliá, quien se acercó al problema. Pidió al sociólogo y experto en turismo y urbanismo José Miguel Iribas que preparase una propuesta similar. El miércoles, el sociólogo explicó aquel plan en una jornada organizada por arquitectos en la sede de Ruralcaja.
La idea de Iribas consiste en convertir El Cabanyal en una versión valenciana de Sausalito, la población vecina de San Francisco que aloja a buena parte de la intelligentsia universitaria y de los empleados del sector de alta tecnología que concentra esa área de California.
El sociólogo, que participó en el proyecto litoral de Jean Nouvel, destacó el lugar estratégico que ocupa el barrio, situado a medio camino de la concentración universitaria, de la playa (con su potencial de ocio), del gran centro logístico que es el puerto y de una nueva centralidad, aún por consolidar, en la ribera derecha del Turia, detrás del Palau de la Música.
Una parte de los residentes de El Cabanyal, desgranó Iribas, sería permanente, y la otra flotante. Esta última la integrarían los estudiantes durante el curso (además de los valencianos, las dos universidades son una potencia en atracción de estudiantes Erasmus, más de 3.000 al año, y van ganando pesos los estudiantes extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que se matriculan en másteres y cursos de doctorado) y los turistas durante los meses de verano. El barrio acogería laboratorios y centros de investigación públicos y privados. Empresas de base tecnológica. Espacios de producción artística susceptibles de estar vinculados con esas nuevas firmas (la Politécnica cuenta con Bellas Artes, una disciplina que las compañías tecnológicas cada vez demandan más).
Y tendría también comercios y servicios de hostelería que se extenderían hasta la playa y que podrían mantenerse con los alumnos durante los meses de clase y de los turistas durante el verano.
El plan contiene riesgos, admitió el sociólogo. Gentrificación (término prestado del inglés que describe el desplazamiento de los vecinos autóctonos por otros con mayor nivel de renta). Frivolización. Problemas entre los recién llegados y la población más marginal del barrio, que requerirían “mucha acción social”. Y pérdida de identidad. Peligros que Iribas consideró asumibles dada la situación de la que parte El Cabanyal.
El rector de la Politécnica mostró el plan al Ayuntamiento y a la Generalitat. Según contó el miércoles Iribas, la propuesta agradó a ambas administraciones (la alcaldesa Rita Barberá llegó a decir que era compatible con su plan de partir el barrio, opinión no compartida por el sociólogo) que, sin embargo, no quisieron profundizar en ella por falta de fondos.
Antes de Iribas, en la jornada organizada por los arquitectos en Ruralcaja intervino Sebastià Jornet, autor de la transformación urbanística del muy conflictivo barrio de La Mina, en Barcelona. “Siempre es mejor reciclar y rehabilitar que tirar y hacer de nuevo”, dijo. Jornet ganó por aquel proyecto los premios nacional y europeo de Urbanismo.


La Universitat de València constituyó a finales de octubre una comisión para presentar acciones que revitalicen el barrio. El rector, Esteban Morcillo, declaró entonces que El Cabanyal reunía las condiciones para convertirse en un barrio universitario. Un año antes fue el rector de la Politécnica, Juan Juliá, quien se acercó al problema. Pidió al sociólogo y experto en turismo y urbanismo José Miguel Iribas que preparase una propuesta similar. El miércoles, el sociólogo explicó aquel plan en una jornada organizada por arquitectos en la sede de Ruralcaja.
La idea de Iribas consiste en convertir El Cabanyal en una versión valenciana de Sausalito, la población vecina de San Francisco que aloja a buena parte de la intelligentsia universitaria y de los empleados del sector de alta tecnología que concentra esa área de California.
El sociólogo, que participó en el proyecto litoral de Jean Nouvel, destacó el lugar estratégico que ocupa el barrio, situado a medio camino de la concentración universitaria, de la playa (con su potencial de ocio), del gran centro logístico que es el puerto y de una nueva centralidad, aún por consolidar, en la ribera derecha del Turia, detrás del Palau de la Música.
Una parte de los residentes de El Cabanyal, desgranó Iribas, sería permanente, y la otra flotante. Esta última la integrarían los estudiantes durante el curso (además de los valencianos, las dos universidades son una potencia en atracción de estudiantes Erasmus, más de 3.000 al año, y van ganando pesos los estudiantes extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que se matriculan en másteres y cursos de doctorado) y los turistas durante los meses de verano. El barrio acogería laboratorios y centros de investigación públicos y privados. Empresas de base tecnológica. Espacios de producción artística susceptibles de estar vinculados con esas nuevas firmas (la Politécnica cuenta con Bellas Artes, una disciplina que las compañías tecnológicas cada vez demandan más).
Y tendría también comercios y servicios de hostelería que se extenderían hasta la playa y que podrían mantenerse con los alumnos durante los meses de clase y de los turistas durante el verano.
El plan contiene riesgos, admitió el sociólogo. Gentrificación (término prestado del inglés que describe el desplazamiento de los vecinos autóctonos por otros con mayor nivel de renta). Frivolización. Problemas entre los recién llegados y la población más marginal del barrio, que requerirían “mucha acción social”. Y pérdida de identidad. Peligros que Iribas consideró asumibles dada la situación de la que parte El Cabanyal.
El rector de la Politécnica mostró el plan al Ayuntamiento y a la Generalitat. Según contó el miércoles Iribas, la propuesta agradó a ambas administraciones (la alcaldesa Rita Barberá llegó a decir que era compatible con su plan de partir el barrio, opinión no compartida por el sociólogo) que, sin embargo, no quisieron profundizar en ella por falta de fondos.
Antes de Iribas, en la jornada organizada por los arquitectos en Ruralcaja intervino Sebastià Jornet, autor de la transformación urbanística del muy conflictivo barrio de La Mina, en Barcelona. “Siempre es mejor reciclar y rehabilitar que tirar y hacer de nuevo”, dijo. Jornet ganó por aquel proyecto los premios nacional y europeo de Urbanismo.